¿SOY UN «BICHO RARO»?
Si has notado un pellizco al leer esta pregunta seguramente has sentido más veces de las que habrías deseado que no encajabas en determinadas situaciones. Te has sentido diferente, como un «bicho raro».
Y no hablo necesariamente de un evento formal o informal donde no conocías a nadie, no, hablo incluso de una pequeña reunión familiar o de amigos. Si es así, entonces estoy casi segura de que te ves reflejada si te describo ese instante en que todo el mundo parece estar disfrutando, hablando y riendo unos con otros y de repente y sin que haya nada en el aire que lo justifique, a ti te entra una congoja que te sube por el pecho. Tienes que tomar aire y piensas: “¿pero qué pinto yo aquí?” … y te entran unas ganas tremendas de despedirte por lo bajo y salir casi corriendo.
En ese momento sientes que no tienes apenas nada en común con ellos ni con ellas, sientes que de lo que se habla no te interesa en absoluto y que lo que tú pudieras contar no crees que vaya a interesar a nadie. Es más, ni siquiera te apetece contar nada. Entonces empiezas a analizar y juzgar la escena, cómo va vestida ella, la que parece tener una vida idílica, como exagera él contando las anécdotas de sus últimas vacaciones, como habla uno, como ríe el otro. Y ú allí de gato de porcelana y pensando…»yo no tengo nada que ver con ellxs, yo no encajo aquí…».
¿POR QUÉ ME SIENTO ASÍ?
¿Por qué una situación tan corriente y distendida para ti se convierte en un instante en tensión y ansiedad? ¿Por qué por momentos no cabes en tu camisa aún cuando realmente te apetecía acudir? Lo que prometía ser una tarde agradable se ha convertido para ti en un pequeño secuestro emocional.
¿Qué está ocurriendo? De forma habitual, tu interpretación de la realidad se produce automática e inconscientemente para ti, de ahí que en ese momento tus emociones parezcan el arranque de una montaña rusa. Es en esos momentos cuando caes en tu propia trampa y junto a ti, sí en esa esquinita de la habitación dónde te has instalado a ver pasar la feliz reunión, se instalan en tu regazo el ego con su cháchara cojonera y las distorsiones cognitivas que implican el prejuzgar.
Sí, resulta que puedes distorsionar la realidad si procesas la información de una forma errónea y sesgada. Y lo que es más, estas distorsiones pejigueras resulta que pueden tener repercusiones más o menos importantes en tu autoestima y en tu estado emocional, haciendo que sin previo aviso te sientas «desconectada del mundo«.
Puede suceder que te sientas fuera de lugar porque no crees estar a la altura del grupo, pero también puede que sea porque es al grupo a quien consideras “inferior” en ese momento, y no me refiero a las personas, sino a que consideres que lo que está sucediendo es demasiado banal para tu interés. El caso es que no tendría mayor importancia si fuese así realmente, pero la tiene porque lo que estás sintiendo te hace sentir realmente mal y no entiendes por qué sientes lo que sientes.
En tu esquema mental está instalada la creencia limitante de que no tienes nada que aportar en esta situación y esto tiene una relación directa con tu autoestima. Conviene que diferencies entre Hechos (lo que está sucediendo) y Juicios (cómo tú aprecias lo que está sucediendo). De otra forma tu pensamiento acabará convirtiéndose en un verdugo a modo de etiqueta que acabará por minarla, tu autoestima, y por extensión, la tarde estupenda que deseabas pasar.
Es muy recomendable que conozcas tus distorsiones cognitivas para detectarlas en cuanto aparecen y desmontarles el plan. ¿Cuales pueden estar actuando aquí?
- ADIVINACIÓN: Augurar algo antes de que ocurra. (“Si cuento lo que me ocurrió el otro día nadie me va a prestar atención”)
- PENSAMIENTO POLARIZADO O DICOTÓMICO: Interpretar las situaciones y juzgar a las personas de forma absoluta sin contemplar posibilidades intermedias. (“Todo el mundo está encantado y a mí me ignoran”) *(cuando eres tú misma quien se ha apartado del grupo)
- GENERALIZACIÓN: Extrapolar conclusiones de un hecho particular a todas las situaciones en general. (“Siempre me pasa la mismo, esto siempre es igual”)
Estos conceptos que parecen tan rebuscados, los sentimos continuamente y «dirigen» nuestros actos porque se han ido instalando en nuestro subconsciente a lo largo del tiempo según las experiencias vitales que hemos vivido.
¿QUÉ PUEDO HACER CUANDO ME SIENTO ASÍ?
Cambiar esta dinámica pasa por centrarnos en nuestro sentimiento positivo en lugar de en el negativo.
Veamos que haríamos en este caso, toma un par de respiraciones profundas, retrocede a los cinco minutos antes de llegar y recuerda las ganas que tenías de acudir a esta reunión y para qué. Dale permiso a tus pensamientos negativos para irse, levántate y acércate a la persona con la que tengas más afinidad y simplemente pregúntale cómo le van las cosas, o dile lo guapa /o que está… el resto fluirá. Poco a poco acabarás charlando animadamente con todo el mundo.
Y recuerda, no eres un “perro verde”, ni un «bicho raro», nos ocurre a muchas personas y ahora sabes cómo salir airosa y dejar k.o. a tu ego y a las distorsiones de forma muy elegante.
Recuerda poner en práctica estas pautas:
Baja la tensión corporal con la respiración – Reformula el pensamiento de negativo a positivo (recordando para qué querías acudir, etc)– Da el primer paso (esto propiciará que te sientas satisfecha contigo misma e irá directamente a elevar la marca de tu autoestima)
Puedes ver otros ejercicios que pueden ayudarte entrando en la Emocioteca.
¿Te suena esta situación? ¿Sientes que te ha pasado alguna vez? ¿Ves cómo puede ayudarte tu cambio de pensamiento?

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